Trazos
Y de noche, efímero placer de mecerse en la espuma de aquel mar. Y en el silencio, a la luz de la eterna existencia que la contempla desde el vacío. Y por el frío, que llena su frágil Ser de la rabiosa forma del odio y de la venganza. Y entre el ruido de un nuevo batir de ondas que se desplazan veloces, y traspasada por el hiriente punzón de la soledad que atormenta su esperanza, y con el perpetuo recuerdo de otro mundo, de los amores muertos..., queda, sobrevive, permanece erguida... aún en pie.