PLINIA (IV): El nacimiento de Sukiro


Anteriormente:

Su energía viajaba a velocidades cercanas a la luz mientras la brecha cuántica plegaba el tejido espacio-temporal conocido como universo.

Plinia se esforzaba por mantener la coherencia en la memoria de Prometeo, descargada del androide justo antes del salto: debía evitar que desapareciera diluida dentro de su propia esencia. Tiene una solución pero el tiempo apremia.

—¡Prometeo, despierta! ¿Dónde vamos?

No hay respuesta. Plinia insiste.

—¡Vamos valiente Prometeo! Se que aún estas aquí. Haz un esfuerzo y responde: ¿hay vida donde vamos?

Una secuencia de pulsos se activa débilmente. La mente de Plinia los amplifica, depura y ordena.

—Sí. Nos dirigimos a la estrella Gliese 581, a 2,4 años luz de la Tierra. El tercer planeta del sistema solar alberga vida... Llegaremos muy pronto... ¿Qué me ocurre, señora? Me siento muy débil.

—¡Aguanta un poco más, pequeño! Pronto te encontraras mejor.


—Se ha cumplido cinco semeles (1) desde la eclosión. La larva apenas ha madurado en este tiempo. De no ser por la incubadora habría muerto hace días.

Los padres de Sukiro lloraban desconsolados ante las palabras del médico. Habían sufrido tanto para tener un hijo.

—La fecundación de una obrera es un proceso delicado y que entraña muchos riesgos. Es un método experimental que aún debemos mejorar. ¡Lo siento mucho! Debemos dejarlo ir.

En la raza de los agires, todos sus miembros son estériles salvo la reina y los drones. La fecundización de una obrera estéril era un delito que se penaba con el destierro.

—Desconecte la incubadora —ordenó al enfermero.

El corazón del pequeño se ralentizó con rapidez. Sin ayuda, sus pulmones no podían respirar. La muerte llegaba irremediablemente.

La luz artificial que alumbraba la habitación parpadeo un instante y falló, dejando a oscuras la estancia.

Plinia, invisible a los ojos, se acercó a aquel ser moribundo y insufló en él la chispa de la vida. Luego, lentamente para no causarle daño, descargó la memoria de Prometeo en su cerebro.

Sukiro abrió los ojos, respiró profundo y comenzó a llorar


Participación en los relatos jueveros. Convoca y organiza en esta ocasión El Demiurgo desde su blog El Demiurgo de Hurlingham, donde nos propone celebrar su quinto aniversario del blog con relatos, cuya única condición es nombrar el número 5.

(1) semel: año en el planeta agir (Gliese 581 c). Equivale aproximadamente a 13 días terrestres.

Comentarios

  1. Un personaje casi exhausto llega a tiempo para salvar a alguien más. Al salvarlo, se salvó.
    Que buen relato para una celebración.
    Gracias por sumarte.

    ResponderEliminar
  2. Que bueno tu relato juevero ibso, me encantó por su originalidad.

    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Fantástico, se lee con avaricia. Voy regresando lentamente a la blogsfera, que bien haber llegado aquí hoy y no perderme tu aporte juvero. Saltibrincos

    ResponderEliminar
  4. Un nacimiento más allá de lo esperable gracias a la intervención de un suceso extraordinario. Ese ser que vence a la muerte apenas nacer, merece una celebración especial. Muy original relato. Saludos jueveros. 😀

    ResponderEliminar
  5. De verdad que al que le toca vivir, vive. Como imaginar que así iba a hacerlo. Eres genial en esas historias, que el día menos pensado te nos mudas a otro planeta. ... me escribes y me cuentas como es, eh!
    Abrazo grande.

    ResponderEliminar
  6. Es asombrosa la imaginación que tienes , nos haces viajar a lugares que tal vez existan en otras galaxias ... desde luego he notado al leer que viaja en una gran nave rodeaba de grandes experimentos .
    Gracias por abrir nuestras mente a otros mundos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Me ha gustado mucho tu relato Ibso. Paso a leer los tres primeros para tener más clara toda la trama.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Nunca unas lágrimas fueron más felices...

    Admiro esta imaginación.
    Un beso enorme.

    Mag

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares