Reto literario

Las semillas del corazón


La señora Dorotea —doña Tea como la llamaban sus vecinos— vivía en una ruinosa cabaña a las afueras del pueblo fronterizo mal nombrado Pejiguera, al norte, en una de las zonas más áridas y sedientas del país. Su difunto esposo, esforzado labrador y curandero de afición, la había dejado hacía unos años con el corazón colmado y un precario sustento.

Cuentan que al poco tiempo del deceso, doña Tea obró su primer prodigio: cultivar en aquel páramo desierto el más primoroso de los jardines.

Sus vecinos, admirados con tal variedad de flores, con la embriagadora fragancia que impregnaba el aire, con el colorido y la belleza de aquellas delicadas plantas, comentaban que solo unas manos milagrosas podían haberlas hecho florecer.

El boca a boca extendió con rapidez la noticia de aquella maravilla, y pronto comenzaron a llegar gentes de todo el país a la pequeña aldea, ávidas de admirar aquel oasis y conocer a tan sublime jardinera.

Y ocurrió que una noche, cuando todos dormían, un forastero sombrío y gris, de riguroso luto, llegó hasta el jardín de doña Tea, se sentó en medio de las flores y comenzó a llorar con el quejido profundo y desgarrador que solo un corazón vacío puede provocar.

Aquel lamento despertó el ligero sueño de doña Tea y, con lágrimas en los ojos, permaneció la anciana en vela el resto de la noche. Al despuntar el alba, compadecida de aquel sufrimiento que le era tan familiar, tomó su única posesión de valor y fue al encuentro del extraño.

—Mi marido, ¡que Dios lo tenga en su gloria! —le dijo arrodillada ante él—, era un hombre bueno y, aunque nunca tuvo estudios, poseía la rara sabiduría del que ama la tierra que lo sustenta y aprecia el tesoro de la gratitud sincera y sin más recompensa. Él me enseñó cómo dar vida incluso a la tierra más ingrata, con dedicación y esfuerzo, con sacrificio y humildad, hasta lograr un vergel como el que tiene ante usted. Él me mostró el valor inmenso de unos ojos agradecidos cuando, con cariño y sensibilidad, con maestría y empatía, curaba una torcedura, un destuerzo, una picadura de víbora o sanaba un mal de ojos, sin cobrar jamás moneda alguna. Conozco su dolor porque fue el mío cuando él murió. Por eso —doña Tea tomó las manos de aquel hombre—, permítame usted que le haga un regalo que le salvará la vida —y depositó tres semillas en ellas—: ¡son mi mayor tesoro, la única herencia que me dejó mi esposo!



Sus ojos, aquellos ojos de niña traviesa que me enamoraron en mi juventud, se fueron apagando entre lágrimas y dolor.

Éramos viejos, demasiado viejos para estar vivos, demasiado viejos para sufrir tanto.

¿Cuántos meses han pasado ya? No lo recuerdo, no quiero recordarlo. Todo lo que tenía: trabajo, casa, familia, se fue, no queda nada, tan solo esta fotografía que evita que olvide su cara y, que sin embargo, clava un puñal en mi pecho cada vez que la miro.

Sus ojos estaban tristes y secos, su mirada perdida, su rostro había envejecido de repente y su pelo, aquella hermosa cabellera azabache de antaño, se torno gris en un parpadeo de la memoria.

Yo la besaba, sacaba fuerzas para continuar porque ella me necesitaba. Pero se apagaba sin poder evitarlo, su vida se apagaba como la llama en el pabilo de una vela sin cera.

¡Nadie debería sufrir tanto! ¿Por qué, Dios misericordioso…? ¿Por qué sufrimos tanto?

La guerra se llevó a mis hijos, se llevó a mis nietos, mis nueras y yernos, y cuando ella murió de pena… también se llevo mi vida.

Yo no estoy vivo, no me siento vivo y, sin embargo, estoy aquí, en otro país, en este jardín de flores donde por primera vez, desde que ella se fue, me he permitido llorar. Y he llorado, he anegado mi alma con las lágrimas durante toda la noche, aferrado a este último recuerdo. Y me he dicho que este sería un buen lugar para ser enterrado.

Pero al alba, de una ruinosa chabola, ha surgido una mujer casi tan anciana como yo y, arrodillándose ante mí, ha enjugado mis lágrimas intentado consolarme. Y ha cogido mis manos, y ha depositado tres semillas en ellas diciéndome: “permítame usted que le haga un regalo que le salvará la vida”. 

 


"Cuentan que existió un Edén y en su mismo centro un árbol, cuyos frutos, manjar divino, conferían a los que los comían dones tan extraordinarios que el mismo Dios temió compartir".





—¡A CUBIERTO! —gritó a Madelaine una vez encendida la mecha.



Jafet tuvo el tiempo justo para refugiarse junto a ella antes de que la puerta de la caja fuerte saltara por lo aires.


Aturdidos aún por la explosión, se acercaron despacio para comprobar si habían tenido el éxito deseado.

—La semilla no habrá sufrido daño, ¿verdad? —dudó Madeleine.

—Ya te he dicho que según mi investigación es indestructible —la tranquilizó Jafet—. Hasta que comience a brillar en la mano de aquel a quien elija, permanecerá inalterable.

¡Era la última! La última semilla del árbol de la vida, aquel que según rezaba en los textos más antiguos y sagrados, confería dones prodigiosos.

Jafet extrajo una pequeña caja metálica del interior de la destrozada caja fuerte.

—Solamente hay esto: ni dinero, ni joyas, solo esto —dijo contrariado.

—Si es lo que buscamos, será suficiente. Pagaran millones por ella.

Jafet abrió la caja y ambos contemplaron la pequeña y extraña semilla que contenía.

—¡No parece gran cosa! —afirmó Madeleine mientras la tomaba con una mano.

—No, la verdad es que no — la decepción era evidente en el rostro de Jafet—. No sé si podremos convencer a alguien de lo que es. No se si yo mismo podré convencerme de…

No puedo terminar la frase: maravillado contempló como la semilla se transfiguraba en el objeto más hermoso que había visto nunca y comenzaba a brillar entre los dedos de Madeleine.


ibso
Esta trama continua en otros blogs. Si quieres seguir leyendo puedes linchar en el enlace siguiente:

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Participantes en el reto: 
¡¡¡Muchas gracias a tod@s!!!

Comentarios

  1. Esperemos que los participantes publiquen pronto sus relatos y enlaces. Un abrazo

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    1. Fue un poco lío, pero al final todos los participantes estamos enlazados.
      En un ratito paso por tu casa a releer y comentar.
      Un abrazo.

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  2. Hola Ibso. Quería comentarte que mi relato lo he publicado en el blog El sueño de la colina, que es donde hace ya mucho tiempo publico todas mis narraciones.
    Cambia el enlace, por favor. Es este:
    http://sobremicolina.blogspot.com.es/2016/09/semillas-de-invierno.html

    Por otro lado, y comentando la continuación de tu relato: Veo que le has dado un estupendo giro de suspense. Muy interesante.

    Un abrazo y gracias por contar conmigo.

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    1. Gracias a tí por dedicar un poco de tu tiempo para participar en esta ocurrencia mía. A sido muy grato volver a compartir letras contigo.
      Un abrazo, amigo.

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  3. Con ese sello ya tan tuyo futurista, has concluido de una manera maravillosa. Llegará el día, a como vamos, que querrán pagar la suma que sea por obtener la única semilla de vida. Esperemos que todavía estemos a tiempo de evitar la extinción en la tierra, a veces lo dudo, pero no debemos permitir que las esperanzas se nos escapen.
    Gracias, ibso, he gozado mucho de la experiencia.
    Un abrazo muy grande, con mi cariño.

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    1. Tenemos la capacidad y los medios para sobrevivir y un único obstáculo: nosotros mismo.
      Esto es lo que le dijo Doña Tea al extranjero después de darle las semillas: "los milagros son posibles cuando hay amor, el amor crece donde hay compasión".

      Todo futuro es incierto, así que todo lo que soñemos puede llegar a ser. Pero es más fácil cuando el mismo sueño lo comparten millones de seres.
      Quizás esa sea la solución: crear un sueño común.
      Un abrazote grande.

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  4. Hola Ibso, vengo del blog de Autodidacata y ccon tu permiso me quedo por este espacio para ir conociendo un poco mas.

    Un cálido abrazo

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    1. ¡Bienvenida, Sneyder!
      Siéntete como en tu casa.
      Un abrazado.

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  5. Esto de que la aldea se llame Pejiguera merece un diez. En mi pueblo hay muchos pejigueras y según parece en tu país hay más aun...

    Un saludo

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    1. Je je je
      El matiz está en que puse "malnombrado", dando a entender que el nombre verdadero del pueblo era algo parecido, pero "otros" que no fueran sus vecinos lo llamaban así intencionadamente por malicia.

      Es muy sutil, lo sé, pero como te hizo gracia el nombre y lo has comentado, me diste pié a explicarlo.

      Un saludo

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  6. Vaya, parece que una de las semillas siguió un camino diferente al que le dio Doña Tea. Tal vez era mi profesor de Agronomía, que había obtenido una y la guardaba en una caja fuerte, y su desgracia hizo que se la robaran Madeleine y Jafet.
    Ha sido un verdadero gozo haber participado en este reto y haber recorrido las diversas versiones surgidas de tus relatos.
    Un abrazo y, si propones otro reto ahí me tendrás.

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    1. Me alegro mucho que te hayas divertido y me alienta tu disposición a volver a participar en otro reto. Ester también me lo ha propuesto en su blog. Me lo pienso, quizás para el próximo mes.
      Un abrazo, Juan Carlos.

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  7. Buenas noches, ya con un poco de calma vuelvo para comentarte que no esperaba tu aporte pero que me ha gustado el cambio que le has dado, mas ágil, en resumen todos me han parecido buenos y ha sido un placer participar, gracias por todo tu trabajo. Abrazos

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    1. He aprendido mucho de organizar un evento como este, nunca lo había hecho. Pero al final a resultado muy bonito y gratificante y he conocido bloguer@s y narradores muy buenos.
      Tengo que agradecer a Sara por habernos presentado.
      Un abrazo, Ester.

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  8. Ibso, que maravilloso seria crear en sueño comun, hay que seguir insistiendo, al final ... lo conseguiremos, sin duda.
    Un abrazo entrañable.

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  9. Me gusta mucho el tuyo.
    ‌http://anna-historias.blogspot.com.es/2016/09/muerte.html?m=1.

    Gracias por pasar por el blog tuve un error y se me borraron todos los comentarios que habia en algunas entradas que mal verdad.
    ‌Si sento si en alguna no te respondo por lo que ya te comentado

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