Los herederos de la Tierra (XVI): LA GENERACIÓN DE LOS HIJOS ÚNICOS (1ª parte)



Vivimos inmersos en el devenir de la lucha diaria, en dar respuestas a nuestras necesidades y a la de los seres más cercanos y queridos. Nuestro horizonte de pensamiento y acción (y de preocupación) queda restringido a un ámbito temporal y físico que podemos abarcar, un entorno cómodo y confortable que nos resistimos a modificar y, mucho menos, a que otros intenten ponerlo en cuestión.

Esta forma de entender la vida es comprensible y natural: la mayoría de los mamíferos utilizan la estrategia de dominar un territorio y crear pequeños grupos para sobrevivir, para encontrar alimento, protegerse de los enemigos o criar a la descendencia.

Por ello, cuando nos hablan de problemas que no podemos abarcar (cambio climático, guerras alejadas de nuestras naciones, hambrunas, contaminación de los mares, migraciones masivas…), nos desentendemos y delegamos la responsabilidad de su solución en nuestros gobernantes, nuestras grandes empresas, a un avance milagroso de la ciencia o, simplemente, negamos su gravedad y la afección directa o indirecta sobre nuestra vida diaria; eso sí, en el mejor de los casos dando la limosna necesaria (pero puntual) que nos permita apaciguar la conciencia y dormir tranquilos.

Complicarse la vida con problemas a los que difícilmente podemos poner solución es, a priori, absurdo y posiblemente hasta irresponsable ya que no disponemos del tiempo libre necesario (ni para dedicar siquiera un minuto a meditar sobre ello). El trabajo (o la búsqueda de él), las relaciones personales, la familia, las actividades de esparcimiento, las labores necesarias y repetitivas del día a día y el descanso necesario para una vida tan estresante, agotan cualquier segundo que nuestro raciocinio quisiera dedicar a cuestiones alejadas de nuestra cotidianidad.

Pero, ¿y si somos nosotros la causa del problema? Y con nosotros me refiero a toda la raza humana, a su número, concretamente.

Pongamos un caso muy actual: la masiva migración de personas procedentes de países en guerra en África hacia la Unión Europea. Esta es la punta del iceberg, pues se estima que llegarán a millones los refugiados desplazados en la próxima década; el número y la tragedia no hacen más que aumentar.

Y nuestros miopes (e interesados) responsables políticos y económicos definen como problema lo que es un efecto, una causa lógica y previsible de la actitud depredadora e inconsciente de los gobiernos más ricos del mundo hacia los más pobres. No se pretende dar solución a lo que provoca las migración sino paliar (poner parches temporales) a las consecuencias. Y dudo mucho que de esta forma se resuelva este o cualquier otro problema.

Pero no nos alarmemos, la guerra, las enfermedades y el hambre matarán (matan) a muchos de estos seres antes de que puedan siquiera soñar con venir a nuestros países.

Somos demasiados, ¿no?

ibso

Foto: Monumento natural de Los Órganos (Patronato de turismo de La Gomera)

Comentarios

Entradas populares